“Para envejecer felices hay que tener algo que hacer, algo que esperar y a quien amar”
Envejecer conscientemente, quiere decir que tenemos que poner atención consciente al propio proceso y a los aspectos que lo rodean. La ciencia nos recomienda estar atentos y prestar más atención, porque eso nos hace más felices. Es, por poner un ejemplo sencillo, estar en el presente más que centrarse en el pasado (que ya no está) o el futuro (que no llegó). La felicidad es más accesible de lo que habitualmente se piensa, porque no tiene que ver con lo que tienes o no tienes, con lo que te pasa o no te pasa, sino con lo que piensas acerca de las cosas que tienes o que te pasan y con sentir que eliges en cada momento. La conciencia es una cualidad humana que todos tenemos pero muy pocos usamos. Consiste en mantener la atención en el momento presente sin juzgar nada. Pero no nos preparan para ser felices.
-Parece que nos resistimos a envejecer y tendemos a ocultar este hecho. ¿Quizás porque nos acerca a la muerte y tratamos de evitarla por todos los medios?
Las razones son muchas, pero básicamente vivimos en una sociedad más interesada en los aspectos estéticos que en los éticos, y el envejecimiento conlleva pérdidas que algunos rechazan porque se alejan de esos cánones estéticos. Si nos mantuviéramos en el presente, cada momento tendría su propia estética y belleza. Se prima lo joven, lo nuevo; pero la experiencia, la sensatez, la sabiduría, la forma de afrontar la vida tiene mucha potencialidad por parte de las personas mayores. En el medio rural es más fácil adaptarse cuando se van cumpliendo años, porque se escucha y se valora a los mayores, que participan más en la actividad social. El deterioro también nos acerca a nuestra propia finitud; no gusta y lo apartamos. Porque en nuestra sociedad todo tiene que estar en movimiento, con vida, con fuerza, y nos engañamos alejándonos de la muerte y apartando a los mayores.
-Sin embargo, cada vez vivimos más y mejor, en una época en la que ya no tenemos responsabilidades laborales y en la que podemos encauzar nuestra vida hacia actividades quizás más satisfactorias a nivel personal. ¿Hasta qué punto es necesaria la actividad para envejecer bien?
Es muy importante mantenerse activo, ocupado y sentirse útil en el envejecimiento. Se me ha quedado grabada una frase que leí respecto al hecho de envejecer bien, aunque no recuerdo de quién es. «Envejecer saludablemente es seguir manteniendo tres cosas importantes en la vida: algo que hacer, alguien a quien amar y algo que esperar». Esta frase encierra elementos claves como la esperanza, el amor y la actividad. Y también con vivir en el presente, que es nuestra atención consciente. Los hechos que nos ocurrieron en el pasado están en nuestro pensamiento, pero no en nuestra realidad del día a día. Aunque vuelvan una y otra vez, podemos elegir no estar en ello. Tampoco debiéramos preocuparnos por el futuro, que tampoco está. Hay que vivir el momento presente, que es donde se encuentra la felicidad, aderezada -claró está- con mantener estos tres elementos clave: algo que hacer (actividad en el presente), algo que esperar (de cada momento, de cada día), y alguien a quien amar (aspecto importante para prevenir la tristeza).
-¿Dónde habría que buscar nuevas metas en esta época de la vida?
Un primer punto importante son las relaciones sociales. Parecen disminuir en esta etapa y hay que buscarlas activamente. Los amigos y las personas de edad similar son un pilar para satisfacer esa necesidad de amor, además de la familia, claro. También hay que encontrar un objetivo, una meta, y hacerlo activamente; con libertad para elegir lo que te apasione, sabiendo a qué le quieres dedicar una gran parte del tiempo. Cada uno debe encontrar qué le motiva, pero que sea una actividad diaria y no cada quince días o una vez al mes.
-Hay gente mayor que no consigue adaptarse a sus nuevas circunstancias y vive anclada en su vida pasada. ¿Qué se debe hacer para dar la vuelta a esta situación?
En mi opinión son personas que están en el recuerdo de lo que antes hubo. Los recuerdos alimentan mucho el presente, pero debemos centrarnos en el presente. Se puede comenzar por respirar, que es lo más presente que tenemos. Y no podemos respirar por lo que no respiramos ayer, ni podemos hacerlo por lo de mañana. Yo recomiendo atender a la respiración diez minutos al día para entrenarse a estar en el presente. Y luego, ver con qué cosas puedo y me apetece aderezar mi día a día, e ir a por ello. Cada persona tiene algo en mente, pero a la hora de la verdad no lo lleva a cabo por pereza, renuncia, por considerarlo poco importante, por falta de creatividad o por obstáculos familiares. Hay que creer para crear. Aunque parezca un juego de palabras, todo lo que se escapa de nuestra conciencia, de nuestro pensar, de hecho, no ocurre. Si no lo crees es difícil crearlo, llevarlo a cabo.
-¿Habría que abandonar la idea de vejez como déficit y fortalecer la de oportunidad? Sin embargo, para ello hay autores que ven la necesidad de potenciar políticas de integración que abran espacios participativos y favorezcan actuaciones inclusivas, incorporando el auténtico concepto de envejecimiento activo.
La idea es buena, pero el problema es que los mayores envejecen de forma aislada y no como grupo social. Y respecto a las políticas, ya se sabe, interesa lo que interesa y en el momento adecuado; aunque es verdad que con el aumento de la esperanza de vida empieza a importar este grupo social, porque tiene suficiente repercusión sobre el sistema económico y social. Hay que potenciar espacios de encuentro y facilitar que se puedan llevar a cabo los proyectos, y que los espacios no sean únicamente residencias, centros de día o viajes de mayores. Hay que facilitar el día a día ordinario, no extraordinario. Pero cada persona, además, tiene su responsabilidad para consigo misma. Debemos ser sujetos activos y no pasivos que esperan a que les orienten las actividades.
-En ese sentido, también se ve imprescindible por parte de algunos autores ofrecer a la población más mayor la posibilidad de tomar parte activa allí donde se identifican sus necesidades y se adoptan las decisiones que les conciernen. ¿Es importante que sientan que aún se les escucha y que tienen posibilidad de adoptar decisiones en lo que respecta a sus vidas?
No es que sea importante que sientan que se les escucha, sino que realmente tienen mucho de decir. No se aprovecha el potencial, la sabiduría o los recursos que tienen. Y quizás mucha gente mayor tenga más para enseñar que para aprender. Empiezan a proliferar algunas iniciativas de barrio en las grandes ciudades, pero es un reto porque hay mucha dispersión en las grandes ciudades, los barrios cuentan con los recursos que cuentan y a veces se pospone lo que no es prioritario. Pero los mayores son prioritarios y no es que hayan cumplido su etapa; son un activo social.
-También son importantes otros aspectos como la actividad cognitiva, el ejercicio físico saludable, unos buenos hábitos de salud y nutrición, la autoestima y cierto nivel de compromiso social.
Muy importantes. La gran mayoría de la gente mayor descuida la alimentación y muchos ni siquiera tienen conciencia de lo importante que es realizar ejercicio cada día. No solo caminar, sino ejercicio moderado que no fatigue. Todas las practicas físico-mentales como el yoga, pilates o taichi tienen tasas muy bajas de abandono; sin embargo, no se inician en estas edades con la disculpa de molestias músculo-esqueléticas, y quizás porque nadie les explica que con ello pueden prolongar muchos años su calidad de vida y su actividad, prevenir caídas, mejorar el sueño y un largo etcétera psicosocial. Pero, sobre todo, hay que cuidar la mente, lo que pensamos, porque ello nos lleva a sentirnos de determinada manera, y si no somos conscientes nos sumergimos en la desesperanza, el miedo, la tristeza. Cada persona es responsable de eso y solo ella puede cambiarlo.
-Una psicóloga francesa, Marie de Hennezel, afirma que es posible que el desarrollo de la demencia senil pueda relacionarse con el hecho de no estar en paz con la historia propia. ¿Qué opina usted al respecto?
Estoy absolutamente de acuerdo con que lo emocional tiene muchas repercusiones sobre la salud física en todas las etapas vitales. Hay investigadores de las emociones que explican las enfermedades que generan el resentimiento y el rencor, enfermedades del enfado y de la tristeza. Uno de los puntos clave de la psicología positiva es la gestión del perdón, precisamente para evitar el sinfín de problemas que genera el resentimiento, el rencor, el estar atados a lo que nos pasó. Afortunadamente, nuestro pensamiento podemos cambiarlo. Somos responsables en gran medida de lo que nos amargamos, de lo que odiamos y rechazamos. Es la mente la que manda. La cuestión es darse cuenta; ser conscientes de cómo nos sentimos. Cuando pensamos ciertas cosas, debemos darnos cuenta de que nos hacen sentir de determinada manera. Parece que lo razonable sería que nos enseñaran la importancia de estos aspectos desde la infancia e ir construyendo la propia vida, ajustando la paz y la serenidad en cada etapa; pero, en ningún nivel de la enseñanza se atienden estos aspectos humanos que nos ayudan a generar capacidad para integrarlo todo.
-Cuanto más mayores nos hacemos, también es mayor el miedo a sufrir una enfermedad grave y a morir. ¿Cómo se puede disminuir esa sensación?
De nuevo aparece el futuro, el estar en el futuro. Nadie sabe con seguridad qué nos va a pasar. Pensar alguna vez está bien, pero mantenerse en el miedo o en la incertidumbre no aporta nada saludable a nuestro presente, ni cambia nada; al contrario, la sensación va a ser de mucha inseguridad. Todo lo que hemos ido nombrando son ayudas para prevenir el miedo. Es más saludable pensar en qué quiero y en mi intención de estar bien cada día, en querer disfrutar de lo que la vida me ofrece en cada momento, en estar contenta y agradecida. Esto sí que puedo elegirlo. El bienestar sencillamente aparece cuando uno se dice este tipo de cosas.
BEGOÑA CARBELO: ES DOCTORA EN PSICOLOGÍA Y PROFESORA EN EL CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS DE LA SALUD SAN RAFAEL-NEBRIJA DE MADRID. PARTICIPÓ EL 3 DE ABRIL EN EL XXI CONGRESO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ENFERMERÍA GERIÁTRICA Y GERONTOLÓGICA CELEBRADO EN DONOSTIA BAJO EL TÍTULO “LA AVENTURA DE ENVEJECER”.